16 Todas estas pláticas
pasaron entre Sancho Panza y Juana Panza, su mujer, en tanto que el
ama y sobrina de don Quijote le recibieron y le desnudaron, y e
tendieron en su antiguo lecho. Mirábalas él con ojos atravesados, y
no acababa de entender en qué parte estaba. El cura encargó a la
sobrina tuviese gran cuenta con regalar a su tío, y que estuviesen
alerta de que otra vez no se les escapase, contando lo que había
sido menester para traelle a su casa. Aquí alzaron las dos de nuevo
los gritos al cielo; allí se renovaron las maldiciones de los libros
de caballerías; allí pidieron al cielo que confundiese en el centro
del abismo a los autores de tantas mentiras y disparates. Finalmente,
ellas quedaron confusas y temerosas de que se habían de ver sin su
amo y tío en el mesmo punto que tuviese alguna mejoría, y así fue
como ellas se lo imaginaron.
EL INGENIOSO HIDALGO
DON QUIJOTE DE LA MANCHA (Capítulo 52)
Miguel de Cervantes
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