Nunca olvidaremos tu paso por la Biblioteca Pública de Priego. Nos regalaste un puñado de historias. Historias que quedaron en nuestra memoria y nos siguen acompañando. D.E.P.
HILANDO CUENTOS
(Artículo publicado en el periódico local Adarve, en abril del año 2003)
Hay quien piensa que para escuchar un cuento hay que medir algo
menos de un metro, tener un diente debajo de la almohada esperando que el Ratoncito Pérez te deje un regalo y las rodillas llenas de cardenales de estar todo el día por el suelo y, nada está más lejos de la realidad. Para disfrutar de una narración no hay edad. El contenido de la historia y la forma de contarla es lo que determina si la narración es para un niño o para un adulto, pero no el medio que nos hace conocer esa historia. Si nuestros hijos han disfrutado tanto escuchando nuestras “torpes” narraciones de Caperucita Roja, Cenicienta, Los Tres Cerditos, y tantos cuentos más, por qué no darnos la oportunidad de ser nosotros quienes nos convirtamos en oyentes y dejar que otro sea el narrador. Por qué no dejarnos llevar por las palabras y experimentar la sorpresa y el placer que ellos sienten. Por qué no sentirnos como niños por un momento.
Alguien, alguna vez, me dijo que para contar un cuento había que interiorizarlo, buscar un lugar donde instalarlo en tu corazón, para que cuando las palabras salgan por tu boca el cuento sea tan tuyo que forme parte de ti.
Contar un cuento es fácil, pero contarlo bien, además de destreza, requiere una sensibilidad especial que sólo unos pocos tienen la suerte de poseer.
Son muchos los cuentos que he escuchado, muchos los narradores que me han deleitado con sus historias, pero jamás he disfrutado tanto como el pasado día cuatro en la Biblioteca, cuando Tim Bowley y Casilda Regueiro con la voz y los gestos como únicos instrumentos de trabajo, compartieron con nosotros algo más que un puñado de historias.
Tim Bowley y Casilda Regueiro, conocidos en el mundo de los narradores como Tim&Cas, relatan los cuentos de una forma muy peculiar. Él, británico de nacimiento, hace sus narraciones en inglés y ella simultáneamente las traduce al castellano, y ambos las interpretan. Esta forma tan original de narrar hace que sus actuaciones sean diferentes. El público se identifica con los dos idiomas, no importa el origen de las palabras sino los sentimientos que ellas nos provocan. La magia del contador de cuentos está, precisamente en las sensaciones que deja a quienes lo escuchamos; en hacer que la historia se filtre por nuestra piel, mezclando sus sentimientos con los nuestros, para acabar siendo una historia diferente para cada uno. No fue necesario entender las palabras de Tim porque todos pudimos sentirlo a través de Casilda.
Gracias a personas como ellos y al público que acudió ese día a escucharlos, los cuentos siguen vivos y permanecerán para siempre. Ana Ruiz Arjona
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